Alguien que sale al escenario con traje, bombín, pipa y maletín y se sienta al piano a entonar maravillosas melodías solo puede ser una persona: Neil Hannon, o lo que es lo mismo el alma de The Divine Comedy. De esa guisa salió el irlandés al escenario de una abarrotada Sala Oasis. Qué le va a hacer, es un tipo elegante y sentido del humor no le falta tampoco. Ya viene siendo una tradición que cada disco nuevo suyo se reciba entre ciertos sectores con cierta frialdad. «Desde Fin de siecle» no es lo mismo, dicen. No puedo estar en más desacuerdo. Cada trabajo ha mantenido el listón altísimo y, además, siempre entrega dos o tres piezas que trascienden. La última muestra se llama Bang goes the knighthood y es uno de los más esmerados trabajos de pop de toda la temporada.
Es arriesgado enfrentarse a un público en solitario con un piano y una guitarra como únicas armas, pero Hannon cuenta además con una impresionante voz y un elegante sentido del humor. La comunión pudo ser más perfecta porque ya se sabe que por estas tierras la lengua de Shakespeare todavía no se controla mucho. Por su puesto, las nuevas composiciones ocuparon la mayor parte del concierto y brillaron de manera especial Assume the perpendicular (con la que abrió la velada), The complete baker (¡qué estribillo más irresistible) y dos futuros clásicos como son I like y At the indie disco (con un chiste de Blue monday genial, que no voy a contar). No hubo momentos bajos. Y es que si añadimos algunas de las mejores canciones de pop clásico que se han escrito en los últimos años (como son Becoming more like Alfie, Every knows i love you except you, The frog princess) el resultado es inmejorable. Hannon desnudó a las canciones, les quitó todo los complejos adornos instrumentales que les suele incluir y las redujo a la mínima expresión, sin perder su magnetismo. Pero si hubo un momento realmente mágico es cuando agarró su guitarra y entonó la maravillosa A lady of certain age: a más de uno se le encogería el corazón…
Por si le faltaba a alguien al que meterse en el bolsillo, regaló una sorprendente versión de Don’t you want me (de The Human League) y dejó para el final las inevitables e infalibles Tonight we fly y National express. Triunfo absoluto. Esperemos que la gente continue respondiendo así de bien a estos conciertos y se puedan seguir trayendo artistas de este nivel.
Foto: Ángel Burbano
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