Perfil de Guillermo del Toro

Guillermo del Toro con “El Laberinto del Fauno” (2006) ha logrado, por fin, el gran reconocimiento mundial que se le debía. Y lo mejor es que lo ha conseguido sin renunciar a sus principios. Su sexta película es más personal que “Cronos” (1993), más violenta que “Blade II” (2002), y más espectacular que “Hellboy” (2004). Muchos dudaban de este director que no le hace ascos a ningún genero, que hace películas de acción para Hollywood, y además es gran fan de los comics. Un perfil muy alejado del que se le caracteriza a un gran director respetado por la crítica.

Nació en México en 1964, y desde su niñez ya estaba enamorado de las películas de la productora Hammer, los comics y la escuela de terror italiana. Esto sumado a su pasión por los efectos especiales y el maquillaje ha logrado crear un estilo visual muy personal, caracterizado por una desbordante imaginación con unos elementos constantes: la religión, los insectos, la Guerra Civil Española, y una omnipresente fantasía.

Desde “Cronos”, ya muestra su interés por la religión. Se trataba de un filme sobre vampiros, pero con un punto de vista muy distinto a lo que se suele ver. El director considera a los vampiros como una enfermedad, como una consecuencia de la condición humana y la búsqueda de romper las barreras naturales inherentes al hombre. Premisa que después continuaría de una manera completamente distinta, pero igualmente brillante en la continuación de la saga del cazavampiros Blade, y de manera más convencional en el “El espinazo del diablo” (2000)

Del Toro ha reconocido en más de una ocasión que considera a los insectos como “los seres más perfectos de este planeta, así que no es de extrañar, que se en su universo los haya convertido en la fuente de la eternidad de “Cronos”, o como el relevo inevitable del ser humano en “Mimic” (1997).

A pesar de haber trabajado para los grandes estudios de Hollywood, siempre se ha mostrado muy ligado a España, y además de haber rodado aquí, y contar con compositores españoles para sus bandas sonoras, tiene una fijación por nuestra Guerra Civil. Una contienda que utiliza para mostrar su absoluto rechazo a todo tipo de autoritarismo, y en concreto al fascismo que asoló nuestro país. En su último trabajo ha llegado a representar el fascismo como el mal absoluto, un mal incluso más temible que los monstruos de los cuentos de hadas. Hace poco anunció que acabaría la trilogía de la guerra española, iniciada con “El espinazo del diablo” (2001), con “3093”, con un guión aún no terminado.

Pero si algo se destaca en todas sus obras es su enorme fantasía salpicada por su peculiar humor negro. Una constante existente en toda su obra y que no va abandonar en sus futuros proyectos: la continuación de “Hellboy”. Parece que el Mexicano concibe la fantasía como un elemento indivisible de la realidad. E incluso sus dos proyectos más ambiciosos , “El espinazo del diablo”, y “El laberinto del Fauno” trata de fundir en un solo plano. Y en este último ha realizado una absoluta obra maestra, que le ha abierto las puertas de los Oscars, y ha conquistado las taquillas de medio mundo. No es que a estas alturas el director, uno de los más prometedores del mundo, necesite este premio, pero sería un buen síntoma de que esta academia entiende por dónde va el cine del nuevo siglo.

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