Digámoslo cuanto antes: Carmen París acaba de engendrar un disco intenso, vitalista, luminoso. No ha sido un alumbramiento sencillo, pero ha merecido la pena. InCubando tercer fruto de una carrera valiente y comprometida que arrancó hace seis temporadas con Pa’ mi genio es el trabajo de una artista que le mira al destino a la cara y se subleva contra los tristes, los cenizos, los pusilánimes y, por supuesto, contra todos los que aún hoy limitan a la mujer a su apariencia física .Si accedieran a destaparse los oídos, todos ellos podrían sacar sabrosas conclusiones de estos doce temas; una docena de pinceladas que nos retratan a una Carmen corajuda, plena, fértil y, ahora que no nos oye… enamorada.
InCubando es el fruto de un año frenético de inspiración y pasiones; pero, sobre todo, de un feliz cúmulo de casualidades. Tras publicar su segundo álbum (Jotera lo serás tú, 2005), la siempre ajetreada agenda de nuestra protagonista entró en fase de auténtica ebullición: a la gira propia se sumaban la aventura de Mujeres con cajones, junto a Susana Baca y Albita; su participación en la zarzuela Gran Vía, de Chueca, y la creación del espectáculo Savia Nueva Danza junto al bailarín zaragozano Miguel Ángel Berna. Y eso, por no hablar de su compromiso afectivo con las mujeres palestinas.
Así las cosas, llegó 2007 y la París no había escrito ni una línea de su nuevo álbum. Ni un miserable compás. Nada. “Confío en mi creatividad, pero no en mi ritmo de vida”, argüía si le preguntaban qué tal iba la gestación de la nueva criatura. Hasta que una noche, cenando con un grupo de amigos, les confesó que en el frenesí de su agitada vida de artista comprometida le resultaba imposible componer una sola nota. En ésas, uno de los comensales le lanzó una oferta que nunca habría imaginado: “Yo tengo un apartamento en La Habana. Enciérrate en él y así no tendrás excusas”. Bingo: así fue cómo esta tarraconense de Zaragoza puso rumbo a la isla caribeña en una aventura que, muy probablemente, le ha cambiado la vida.
No, InCubando no estaba destinado a ser “el disco cubano de Carmen París”, ni es el resultado de una profunda reflexión o un largo anhelo. En puridad, su autora supo hacer de la necesidad, virtud. Fueron las leyes del azar quienes abrieron ante ella un prodigioso abanico de vivencias, sonidos y sensaciones. Carmen se empapó de todo ello y supo concebir un disco del que, el primer día, sólo sabía el título. Corría el 8 de enero de 2007, era la primera vez en su vida que pisaba La Habana y sólo tuvo tiempo de pasear por una feria artesanal, adquirir un precioso cuaderno de ron Havana Club y escribir en su primera página, con letra primorosa: “Carmen París: dragona in-cubando”. El disco que hoy escuchas es el fruto de las páginas que siguieron a continuación.
Las canciones fueron naciendo lúcidas, burlonas, vivarachas, empapadas de luz caribeña y de un irresistible buen sentido del humor. InCubando encapsula a una Carmen firme y a la vez serena, inmersa en la plenitud vital de quien el próximo septiembre celebrará su cumpleaños número 42. “Hay que fluir con la vida, como en el Tao, y no estar siempre librando batallas”, razona mientras apura un buchito de ron añejo, su nuevo líquido talismán. “Cuando tenía 20 años, me enfadaba a las primeras de cambio y lo mandaba todo a la mierda. Ahora voy aprendiendo…”.
Y son muchas, en efecto, las enseñanzas adquiridas para esta tercera entrega. Por ejemplo, que la felicidad también puede ser un magnífico campo abonado para la inspiración. “Me fatiga ese discurso de que las mejores canciones sólo pueden nacer de la negrura, el dolor y la soledad”, objeta. “Yo también he escrito algunas buenas canciones desde el desamor, pero no es condición imprescindible”. Por eso InCubando ha nacido así, tan radiante, tan femenino, tan carente de complejos. “Me siento menos temperamental que antaño y ahora soy más práctica y reflexiva”, revela una Carmen más madura (“¡gracias a Dios!”), pero que conserva intacto “ese espíritu de la niñez, esas ganas de jugar y disfrutar”.
Musicalmente, InCubando continúa hallando aliento en la jota aragonesa, pero con tantos matices y transgresiones como en su firmante es costumbre. La arrolladora presencia de los ritmos cubanos es, desde luego, la principal novedad en esa marmita que Carmen remueve con su sabiduría habitual. La influencia de la isla ya asomaba en su obra anterior, pero ahora se ha multiplicado exponencialmente. “No olvidemos que Fernando I de Aragón envió a Colón hasta sus costas y que José Martí estudió en la Universidad de Zaragoza y se enamoró por esas tierras”, anota la París con su proverbial locuacidad. “Las conexiones son evidentes en la cultura y, por extensión, en la música. Ahondar en ellas constituía una oportunidad maravillosa”.
De entrada, fueron dos los meses de estancia en la capital cubana, pero Carmen ya se encargó de prorrogarla con dos visitas posteriores, en mayo y octubre. Los versos antes remisos se agolpaban ahora con ritmo feraz en el cuaderno aquel de Havana Club. Así llegó la guasa autobiográfica del tema central, la valerosa reivindicación femenina (¡con rap incluido!) en De muy buen ver, el divertido paren-el-mundo-que-yo-me-bajo de Chufla, dragón o la pasión desbordada en Distancia espeluznante y Agua que ha de correr, acaso las dos piezas más arrebatadoras que ha publicado esta mujer criada entre Utebo y el barrio zaragozano del Gancho. Por no hablar de las casualidades (¿o son causalidades?) que relata Cositas in-solitas, fiel testimonio de un destino que a Carmen no deja, últimamente, de guiñarle el ojo.
Han pasado muchas cosas estos doce últimos meses, sí, y casi todas buenas. Es un gusto poderlas compartir ahora con su protagonista, a la que ya empezábamos a echar de menos en los anaqueles de las tiendas de discos. “Me quedo con la sensación de que podré dormir tranquila con este trabajo”, resume su artífice. “Por fortuna, sigo haciendo lo que quiero hacer y diciendo lo que necesito decir. Aunque algunas cosas no gusten, hay que decirlas”.
Y dichas quedan.
ya era hora por fin vuels carmen paris
solo te deseo lo mejor y que vuelvas pronto por Valencia que majose y yo te esperamos impacientes, con tus letras aprendidas
Naci en Perú pero soy jotera de corazón.
El martes 17 estuve en el Teatro Calderon, fue mi regalo sorpresa de cumpleaños, me quede muda de la alegria y despues de dos dias solo puedo decir……
Cuando las butacas bailan
Cuando el adios se resiste
Cuando el viento te acompaña en todos tus movimientos
Cuando el silencio se alegra porque tu voz lo acaricia
Puedo sentir que el arte tiene un nombre, el tuyo CARMEN PARIS
Hola Carmen!
te escribo para decirte todo lo q me gustó tu parte del concierto d los Jardines Sabatini de Madrid, ole con ole!! mira q al principio estaba echando de menos una pedazo de banda cubana acompañándote con multitud de tambores d los suyos,,, pero al final me quedé prendido d tu buen hacer y salero. Gracias por acercarnos el universo de lo desconocido (quarks y spins!) y tu sensibilidad hacia formas de vida alternativas, y que viva el buen sentido del humor sioempre!
Sigue viniendo por la capi q aquí siempre hay gente abierta a lo más experimental
Un besote